Introducción: A inicios del siglo XXI, el proceso de urbanización en la sociedad guatemalteca entró en una fase decisiva, por dos situaciones, la primera debido a la aceleración del ritmo de crecimiento de la población urbana, la segunda, que dicha situación ha llegado al punto de dar inicio a la fase de transición de una sociedad rural a una urbana. Según cálculos propios, justamente entre la primera y la segunda década del nuevo siglo, la mayoría de la población guatemalteca radicará en áreas urbanas, particularmente en las ciudades medias y en el Área metropolitana de la ciudad de Guatemala (AMCG), lo cual representa una reestructuración histórica del patrón de asentamiento humano del país. Además el proceso de urbanización en Guatemala, mantiene su característica de ser muy concentrado, particularmente con el crecimiento poblacional sostenido de la Ciudad de Guatemala,
constituida desde mediados del siglo XX como un área metropolitana. Pero al parecer, ya a inicios del
siglo XXI, hay serios indicios de su conversión en una región metropolitana.
Las regiones metropolitanas generalmente se forman por el crecimiento territorial extendido de un
área metropolitana; facilitado por las redes viales, por la debilidad de las políticas de ordenación territorial de alcances supra-regionales, la falta de control sobre los precios del suelo, entre otros. Dicho crecimiento extensivo propicia a la vez la motorización de la movilidad urbana, la segregación habitacional por estratos socio-económicos, generación de áreas sobre-especializadas, abandono de centralidades antiguas, entre otros.
La red vial que sirve inicialmente para enlazar a la ciudad metropolitana con las regiones adyacentes
y todo el territorio nacional, facilita el crecimiento extensivo y de forma fragmentada de las nuevas periferias urbanas, y también, la conurbación de buena parte de los lugares urbanos de toda la región circundante, incluyendo a las ciudades medias o ciudades- cabecera de micro-regiones y regiones aledañas al otrora área metropolitana. Así una región urbana de este tipo se diferencia de un área metropolitana por estructurarse no aglomerada sino dispersamente sobre un territorio, pero interrelacionada físicamente por la red de vialidades, configurando una ciudad tipo red y que funciona como unidad económica.
Esta red de flujos con las ciudades conurbadas y nuevas centralidades del extra-radio, son una serie de vínculos funcionales, resultado de una distribución o nuevo reparto de la especialización en ciertas actividades económicas, en el nuevo territorio urbanizado, que en conjunto configuran una nueva división espacial del trabajo. Generalmente las funciones terciarias de alto rango y su centralidad mayor, se constituye en un distrito de las actividades de nivel cuaternario, mientras que en las periferias externas se relocaliza la industria y las nuevas áreas de habitación, generalmente egregadas por la condición socio-económica de sus residentes.
Este tipo de territorio urbano, se constituyó en una tendencia generalizada a nivel mundial desde el
último tercio del siglo XX, y ha alcanzado en varios casos magnitudes supranacionales o continentales,
como el caso de la región urbana de Los Ángeles, que se extiende hasta el norte de la península de
Baja California en México o la megalópolis de la costa este de los Estados Unidos, que va desde la ciudad de Boston hasta Washington, DC.
En cuanto a la identificación de los límites físicos de una región metropolitana, conocida también como ciudad territorio, la literatura especializada recomienda observar la densidad de los principales flujos de comunicaciones, transportes de pasajeros y de bienes, etc. Es decir, identificar los límites de su área directa o cuenca de mercado. Así, en los flujos de movilidad cotidiana, los puntos de ruptura de carga son un indicador aproximado de los límites de una región metropolitana. Aunque dichos límites son movibles constantemente, debido a la dinámica misma del crecimiento urbano disperso.
El AMCG en las últimas décadas, presenta dichas características, es decir, un crecimiento extendido y
fragmentado, con conurbación de los lugares urbanos de la región central incluyendo a varias ciudades
medias y la generación de nuevas centralidades en su extrarradio, además, de la división espacial del
trabajo ya indicada. Por lo que la tesis de que el AMCG esta transfigurándose gradualmente en una
aglomeración urbana de nuevo tipo, es decir, en una región metropolitana, debe considerarse formalmente. Dadas las implicaciones que ello representa para las políticas públicas y las condiciones de vida y de productividad de la principal aglomeración urbana del istmo centroamericano.
Entre los factores por los cuales la AMCG se esta convirtiendo en una región metropolitana, se pueden
señalar: La configuración misma del relieve natural de la altiplanicie, delimitada por las colinas de Mixco y de Pínula en sus flancos oriental y occidental, además, segmentada internamente por barrancos de grandes dimensiones. Lo que sumado a la ausencia de ordenación territorial, es decir, bajo el predominio del crecimiento físico espontaneo o desordenado, han impulsado un crecimiento urbano muy fragmentado y extendido, y dependiente de las carreteras nacionales que convergen o divergen radialmente de la ciudad central. Es importante señalar la conversión de las rutas nacionales que salen de la ciudad, en autopistas de cuatro carriles, a partir de los años ochentas, lo que ha representado una mejora sustancial de la accesibilidad al interior de la región central. Y con toda seguridad, se ha constituido en el factor significativo de expansión y conurbación urbana por todo lo largo y ancho de la región central del país. |