Autor: Dra. en Arq. Rocío López de Juambelz. Bióloga, Facultad de Ciencias, maestría y doctorado en arquitectura, Facultad de Arquitectura en la UNAM. Diplomado en Arquitectura de Paisaje de la Universidad Iberoamericana e Historia y Teoría de la Conservación de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH. Medalla Alfonso Caso 2006. Maestría y doctorado con Mención Honorífica. Ambas tesis publicadas por la FA. Publicación de la maestría, 1er lugar por la Asociación Brasileña de Arquitectura de Paisaje. Medalla al Mérito Académico en 2017 por APAUNAM y Medalla Sor Juana Inés de la Cruz 2018, UNAM. Hoy Curadora del herbario HeFA. |
Introducción: Santiago de Anaya en el Valle del Mezquital, Hidalgo forma parte del territorio hñä-hñu, cuya evangelización se consuma por la orden agustina. Territorio, cuyas características ambientales son crisol que funde historia y pensamiento, los puntos de unión se expresan en el patrimonio como estructuras arquitectónicas, cuyo uso y origen son ahora desconocidos, las hipótesis existentes no contemplan la intersección paisaje ? pensamiento. En una visión interdisciplinaria encontramos que el paisaje produce respuestas al fenómeno de la presencia de esta arquitectura.
El municipio tiene dispersas 25 capillas de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX por sus características se agrupan en tres categorías: Yolotepec y Santiago con casa habitación; Santa Mónica, Ndedó y Pothe permiten la reunión de feligreses. Y 23 más, cuyas dimensiones no se prestan para el culto en comunidad, se observa que están dispersas en sitios sin población o asentamientos recientes, en parajes ligeramente elevados. Se infiere bajo un criterio mítico ? paisajista que las bóvedas nacen con una función eremítica, recuerdo del pasado agustino, costumbre y tradición heredada a un pueblo cuya apropiación del territorio es dispersa. Las bóvedas de Santiago de Anaya son un elemento de identidad que obliga a su conservación con uso cultural. |